José Jiménez Lozano (Langa, Ávila, 1930) ha sido un poeta muy tardío. No publicar un primer libro de poemas hasta pasados los sesenta años significa quedarse fuera de los recuentos poéticos, que cristalizan en grupos y generaciones enseguida, en la primera juventud. Además, apareció como poeta cuando ya era un narrador y un ensayista de sólido prestigio, lo que podía dejar a sus versos en un segundo plano. Éstos, encima, no llaman la atención con alardes formales. Y varias de las entregas salieron en colecciones de escasa difusión que hoy resultan inencontrables. Pero nada ha conseguido despistar a los lectores más avisados, que han reconocido en él una voz poética auténtica, única, magistral.