El retablo de las maravillas
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En esta obra, unos pÃcaros (Chanfalla y su compaÃąera Chirinos) llegan un pueblo para hacer una funciÃŗn insÃŗlita.
En el retablo, unas marionetas cuentan una historia que solo pueden ver los cristianos autÊnticos, sin ascendencia musulmana o judÃa y no fuesen hijos bastardos.
En este punto se sucede una escena hilarante. Chanfalla describe las maravillas que aparecen en el retablo (SansÃŗn, un toro, ratones, leones y hasta osos colmeneros) y, en realidad, no estÃĄ ocurriendo nada.
Hay solo una caja de madera vacÃa, un pÃēblico expectante y un narrador inventÃĄndose una historia. Sin embargo, los presentes fingen y aseguran estar viendo las grandiosas maravillas que les cuentan. Temen ser considerados hijos ilegÃtimos o judÃos conversos.
El retablo de las maravillas acaba con la llegada de un militar que exige alojamiento para sus exhaustos soldados. Al no saber nada del supuesto poder del retablo no le importa decir que no ve nada. Ante esto los timados comienzan a mofarse de Êl.
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Miguel de Cervantes Saavedra naciÃŗ a mediados de 1547, en AlcalÃĄ de Henares, como cuarto de los siete hijos del cirujano Rodrigo de Cervantes y Leonor de Cortinas. DespuÊs, entre 1551 y 1556, su familia se trasladarÃa, sucesivamente, a Valladolid, CÃŗrdoba, Sevilla y Madrid, donde llevarÃan siempre una vida modesta y no exenta de dificultades.
No se conocen referencias claras sobre la infancia y juventud de Cervantes, y tampoco sobre su formaciÃŗn. Es probable que estudiara en los colegios jesuitas de CÃŗrdoba y Sevilla, pero no en la universidad. Sà consta su contacto, a partir de 1566, con el catedrÃĄtico de gramÃĄtica y retÃŗrica Juan LÃŗpez de Hoyos, en Madrid, quien probablemente lo iniciÃŗ en el arte de la poesÃa y en la cultura renacentista y humanista de la Êpoca.
Hacia 1569, tras algÃēn lance callejero o de honor en el que debiÃŗ herir a un tal Antonio de Sigura, Miguel de Cervantes marchÃŗ a Roma con la intenciÃŗn, sobre todo, de eludir a la justicia. Allà entrÃŗ al servicio del cardenal Giulio Acquaviva y, poco despuÊs, trabajÃŗ como soldado en el tercio de Miguel de Moncada.
Los motivos de este cambio de ocupaciÃŗn son, todavÃa hoy, un enigma.
Los azares bÊlicos llevaron a Cervantes a la batalla de Lepanto (1571), a bordo de la galera Marquesa, perteneciente a la escuadra mandada por Juan de Austria. En esta batalla fue herido en la mano izquierda, la cual le quedÃŗ inÃētil. DespuÊs, tras unos meses de recuperaciÃŗn en Mesina, volviÃŗ a participar en las campaÃąas de Bizerta y TÃēnez.
En el prÃŗlogo de la segunda parte del Quijote, el mismo Cervantes refiere con orgullo su participaciÃŗn en la batalla de Lepanto, asà como su herida y la compensaciÃŗn que obtuvo por su valor.
