Aunque era cierto que Anna necesitaba la ayuda de Zack para frenar las insinuaciones de un amigo suyo que estaba a punto de casarse, también era cierto que se estaban metiendo en un juego muy peligroso. Porque no había nada fingido en lo que Zack la hacía sentir con solo mirarla. Aquel guapísimo policía era todo lo que ella deseaba, pero, ¿podría darle la seguridad que necesitaba?
Aquel deseo no era fingido.