Una capa púrpura se tiende sobre las copas de los árboles, alejandoel rosa del atardecer, hasta que el cielo la devora. Hasta
ese instante, los ojos de los elefantes habían barrido los contornos de
cada árbol, de los arbustos y de la hierba. Es el momento más hermoso
y la hora de acomodarse para pasar la noche. Entonces los pequeños
se agrupan alrededor del abuelo contador de cuentos, en espera de oír
una de sus estupendas historias. Son los momentos más felices para la
manada.
Una de esas noches, los pequeños le pidieron que contara la
historia del Valle de los Elefantes Blancos.
La voz del abuelo se alzó imponiendo silencio.
—¡Niños, escuchad! Os voy a contar una historia muy vieja
sobre dos hermanos.
Los pequeños fi jaron sus ojos sobre el contador de cuentos y se
dispusieron a escuchar atentamente.