Diez años después, Maya fue contratada para promover el nuevo eslogan de su pueblo natal: “Un destino para el amor”. Y el famoso al que contrataron como portavoz de la campaña no fue otro que Del, el hombre al que había abandonado, pero al que jamás había olvidado.
Del estaba decidido a evitar enamorarse por segunda vez de una mujer que le había roto el corazón. Podía ser un temerario, sin embargo no era ningún idiota. El problema era que en ninguna de sus aventuras había encontrado nada tan excitante como un beso de Maya. Y, quizá, arriesgar su corazón demostrara ser la mayor de las emociones…