Cuando el reloj marca las cinco de la tarde y antes que el sol comience a dejarse querer en el horizonte, abrimos nuestros cuadernos y dejamos en libertad algunos poemas que tienen, muchos de ellos, una carga sentimental muy fuerte. La memoria se va hacia nuestros padres, familiares, amigos y hacia todos aquellos que por una u otra razón, tienen un espacio propio en nuestra memoria individual o colectiva.Y así, sin hacer ruido, dejamos por entre estos cipreses mayores y cansados de tantos otoños, versos nuevos y viejos pero todos ellos cargados de nos- talgia y antiguos recuerdos. Por detrás, los sonidos de un chelo que sin apenas levantar la voz, acompaña las palabras y los suspiros, las fugitivas lágrimas y las miradas perdidas de poetas de aquí, del otro lado del río y de más allá de Cuesta Morilla.
Va cayendo la tarde y cada uno de nosotros va saliendo en silencio, un año más, de este cementerio que nos acoge por un momento para que podamos sembrar nuevamente, “versos de vida y muerte”.
José Luis Rúa.
Poemas en el camposanto