Un huérfano mudo de catorce años podía ser el aprendiz perfecto para un lutier tan ambicioso como Antonio Stradivarius, porque se trataba de alguien que carecía de familia, y, por tanto, también de un pasado reciente. Era la persona idónea para que un maestro pudiera moldearla a su imagen y semejanza, esa a la que podría enseñarle sin miedo a ser traicionado, desvelando todos los oscuros secretos de un gremio tan sumamente hermético como era el de los antiguos constructores de violines de la ciudad de Cremona. A finales del siglo XVII aún se creía que el alma era un órgano más de nuestro cuerpo, y Dominic, que prestaba especial atención a cada una de las palabras de su mentor, llegó a obsesionarse por encontrar los componentes con los que poder confeccionar un barniz que diese un acabado único a los instrumentos que fabricaban y, además, dotase de una sonoridad extraordinaria a todos aquellos violines, violas y violonchelos que se vendían en el taller del maestro Stradivarius. Con su peculiar estilo elegante y valiéndose de una exhaustiva documentación, el autor nos mostrará cómo fue la intensa vida del mejor lutier de todos los tiempos, Antonio Stradivarius, describiendo a su vez la visión de una sociedad que, tras ser arrasada de forma cruel por la peste negra, trataba de aferrarse al trabajo para poder subsistir dignamente. www.franjmarber.com