La Serpiente - La Rebelión de Sakla II

La Rebelión de Sakla Book 2 · Frederick Guttmann
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Los orígenes del mundo, ¿los conocemos realmente? La rebelión del Satán, un tema que ha dado motivo a un gran número de leyendas, libros y fábulas a lo largo de los siglos. Las ideas preconcebidas sobre cómo inició el mal y si alguien lo dirige, están presentes en toda historia antigua que se respete. ¿Cómo apareció el hombre? Amén de proporcionar nuevas luces a este respecto, Project Magen, de la mano de este investigador, centrará su atención en este caso en la figura de dicho penumbroso personaje y de las raíces del conocimiento sobre la aparición del hombre, tanto repasando las narraciones que se han cernido en torno a estos aspectos como en la información que hemos podido conseguir y documentar, para poder tener una noción objetiva y analítica en otro de los grandes temas de debate, polémica y religión que tanto interesa a los buscadores de la verdad.

La Rebelión de Sakla II, asimismo va a tratar el famoso asunto de Adán y Eva. Esto incluye la historia que hemos recopilado sobre el origen de la civilización. Cabe destacar que el énfasis de este libro no es “andar lo andado”, sino reestructurar el enfoque que se tiene con respecto de nuestro pasado lejano. Posiblemente sea cierta la afirmación de que debajo de Vaticano están recogidas las obras que tratan todos y cada uno de los “fines del mundo” por los que ha pasado la Tierra, pero, aunque ellos insistan en ocultar los datos, nosotros seguiremos insistiendo en escarbar hasta saber más sobre nuestros orígenes. Si bien, hemos esperado algunos años hasta documentarnos fielmente de lo necesario antes de entrar en un aspecto tan controversial como la caída del jardín de Edén, y aunque el conocimiento seguirá fluyendo después de esta publicación, ciertamente podremos caminar con un nuevo entendimiento de nuestra existencia a partir de ahora.

Como ya algunos sabrán, el nombre Satanás es la transformación que con el tiempo tomó el vocablo hebreo “Satán”, que simplemente significa “adversario”, en dicha lengua. El consenso general acepta, o coincide, en que el Satán es el mismo Diablo. Ese Diablo sería un apelativo de origen griego, “diabólos”, que significaría “acusador” o “calumniador”. Hasta aquí no hay mucho que ya no sepamos. Y, ¿qué decir de Lucifer? También se asume que es otro nombre para la misma persona. Lucifer sería un apelativo latino surgido de “la deformación de otra deformación” –o simplemente la forma que usó Jerónimo en la Vulgata-, en este caso de “Luzbel”, abreviación de “Luz Bella” -se suele afirmar-. Si alguno se pregunta, ¿qué razón llevaría dar este pseudónimo a dicha figura? Pues bien, lo primero es el costumbrismo general que asocia al Satán con Venus (el cuerpo celeste que se dice que más brilla sobre la Tierra después del Sol, la Luna y la estrella triple Sirio) y, cómo no, con el pasaje bíblico que parece hacer mención a él (Isaías 14:12), llamándole “Lucero de la Mañana”, si aceptamos la traducción de Reina Valera.

En lo que respecta a la pareja adámica, los mitos y leyendas no han colaborado mucho a la hora de darnos una idea lógica o sensata de sus andaduras por este mundo. Si bien, la mayoría habría oído hablar de una primera pareja, creada por un Dios situado en la Tierra. A estos se les proyecta caminando en un jardín frondoso sin vergüenza de estar desnudos, posteriormente se ven tentados por una serpiente parlante que les persuade a comer una manzana, asunto que sería la mayor tragedia cometida en el transcurso de la historia conocida. Acto seguido, esta viene a ser razón de peso para llevar a toda la raza humana a la perdición y ser vistos como una estirpe de naturaleza pecadora. A pesar de ser expuesto así el cuento (de ahí el famoso relato judío de Caperucita Roja), los hechos parecen haber sido muy diferentes; pero esperemos a ver los datos.

No podemos adentrarnos en esta materia sin vernos obligados a tomar más de una fuente de investigación y estudio. Tristemente, la mayoría de aquellos que inquieren en los relatos bíblicos lo hacen con interés de desprestigio, o por lo contrario, con interés proselitista, por lo que no se presenta casi nunca una anuencia general y objetiva. Entre las partes que analizan cómo pudieron tener lugar los hechos de lo que estamos hablando, hallamos las polémicas tablillas de arcilla de Mesopotamia, con narraciones tan extensas como para ser resumidas, y dado que pocos saben traducirlas es complicado poder profundizar en sus relatos. De la misma manera hay otros muchos escritos que no aparecen en la Biblia, muchos de los cuales engloban directamente los asuntos a los que hacemos mención. Estos han de ser repasados con prudencia, puesto que, si con las Escrituras hebreas del canon oficial se han realizado cambios, ¿cuánto más con éstos? Hablamos de material que ha podido ser –pensando sin malicia- traducido tantas veces que ya no se ve expuesto lo mismo que en los primeros ejemplares (aceptando que las traducciones fuesen fiables).

Claramente, para ser justos, no podemos pretender conocer un hecho basándonos exclusivamente en un narrador, sino en todas las partes implicadas. Por consiguiente, antes de Moisés, también Enoc y otros patriarcas hebreos escribieron aspectos históricos relevantes. Del mismo mensajero que enseñó a Moisés se aprecian libros como el de los Jubileos, pero muchos más misterios revelados hay, tanto antes de Cristo como después de su Resurrección y ascensión. Hay que recalcar que aquellos que han tenido en su poder lo que hoy denominamos “Biblia”, no tuvieron porqué conocer todos los textos que hasta el momento se habían escrito, ni tampoco mostraron pleno interés en que el vulgo se informara de aquello que sí habían recopilado, y que no incluyeron en las “Sagradas Escrituras”. Si lo miramos con ojos “mundanos”, podemos observar el siempre galopante interés de los hombres en que “los de abajo”, la masa del populacho, conozcan poco, menos o nada, para que así sean más fáciles de manipular y controlar por una élite reducida.

Nuestro enfoque, en esta ocasión, será conocer nuestro pasado, para conocer nuestro presente y nuestro futuro, llevando un seguimiento del tema anterior (le recomendamos leer “La Rebelión de Sakla I”) y concluyendo con la obra a seguir: “La Rebelión de Sakla III, Los Caídos”. Usaremos por fuentes primeramente la literatura “inspirada por el Espíritu Santo”, dado que el resto de documentación es ambigua o de interés de “dioses ajenos”, como explicaré más adelante. Después de estos registros, haremos seguimiento de las evidenciad físicas, aquellas que la comunidad científica internacional no quiere revelar y de cuyo origen arqueólogos y paleontólogos no tienen certeza alguna. Después tendremos en cuenta los gráficos antiguos y, por último, la opinión vertida en la otra literatura que trata los hechos. ¿Cómo confiarnos de la verdad de este material? ¿Qué fiabilidad tienen?

Si aceptamos los libros de historia, matemática, física, botánica, etc., que ofrecen personas que ni siquiera en muchos casos cree en Dios, ¿por qué no siquiera “leemos” con mente analítica el material “espiritual” que se nos ha legado? Del pasado al presente muchas cosas han sido escritas, por lo que hemos de partir de las revelaciones más aceptables, las que fueron registradas y que recogen testimonios de los seguidores de Jesús y revelaciones del propio Cristo. También tenemos otras muchas cosas dadas a conocer por lo que los judíos siervos de Cristo denominaban “Espíritu Santo”, y conocimiento compartido por “ángeles”, independientemente de la idea preconcebida de estas definiciones o su raíz etimológica o folklórica. Además de esto tenemos vastas referencias sólidas de pueblos del pasado, y tras ello mitologías y leyendas, por lo que tomaremos en consideración, primeramente lo que se ajuste más a testimonios de quien más cerca haya estado de la verdad infinita, del universo y sus orígenes.

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