Érase una vez un joven y pequeño país de manos y brazos alargados, colocado en una posición estratégica entre grandes de Europa, guardando siempre el equilibrio, que aspiró siempre a educar y formar a sus ciudadanos con criterio armonioso, práctico y científico, y fue alcanzando cotas de bienestar, cultura y vida democrática que le convierten en la envidia de medio mundo. Hablamos de Bélgica y su educación, pero sobre todo de la proyección e influencias externas e internacionales que logra alcanzar, apoyada en su sentido práctico para orientar la formación y la educación de niños, jóvenes y adultos.Bélgica es un crisol de culturas, lenguas y tradiciones que marcan su tradición educativa y pedagógica, pero que la conforman con identidad propia. Su educación es tal vez la mejor expresión de lo indicado, porque además ha contado entre sus paisanos con ilustres pedagogos y paidólogos, como Sluys, Ovidio Decroly, que han alcanzado proyección y gloria en todo el mundo, en sus diferentes continentes. La pedagogía experimental y el movimiento paidológico hallan en la naciente pedagogía belga uno de los mejores climas para hacer crecer la pedagogía contemporánea. También porque la intelectualidad católica situada en el ámbito de las ciencias sociales, y en particular en la psicología y la pedagogía, han encontrado en la Universidad Católica de Lovaina un referente de visita obligada. O porque desde el movimiento obrero organizado del XIX ha ido cuajando una metodología y apuesta institucional de perfil católico que generó varios movimientos católicos de acción social y educativa que han sido transferidos al catolicismo y a muchas partes del mundo. Y en la antítesis, igualmente desde el movimiento socialista en Bélgica van madurando proyectos de educación popular, como el de Charleroi, que convierten a esta nación en punto obligado de contraste para una institución educativa cualquiera que pretenda busque impulsar la educación popular desde supuestos socialistas.Finalmente, y desde una posición internacional, Bélgica desempeñó en África, desde hace algo más de cien años, y en concreto en el Congo, tareas colonizadoras de pequeño gran coloso admitido por otras potencias, que también han dejado un rastro educativo profundo en el corazón del África Subsahariana hasta nuestros días.Los trabajos que se recogen en esta obra hablan de todo ello, de innovación educativa, de pedagogía científica, de colonización y escuela en el Congo, de autores pedagógicos de referencia, de pedagogía católica, de guerras ideológicas fuertes entre católico y protestantes que viven bajo el mismo techo. Forman un elenco muy valioso de temas y autores destacados en la pedagogía contemporánea que vive en Bélgica y en Europa un dulce momento.