Esta es la petición que hace en el prólogo Yesid Reyes, hijo de Alfonso Reyes Echandia, presidente de la corte Suprema de Justicia inmolada en el terrible holocausto, y cuya súplica de cese al fuego retumba todavía en la memoria de las gentes.
Dos décadas después del genocidio generado por la inaceptable acción del M-19 y por la respuesta igualmente desproporcionada de la fuerza pública, el presidente y si gabinete, el país desconoce aún toda la verdad sobre lo ocurrido. Tan graves como aquel espantoso suceso han sido el silencio de los responsables y la laxitud de la justicia para esclarecer los hechos y condenar a los culpables. Hasta el día de hoy, nadie ha pagado ni por una hora de cárcel por el magnicidio.