El arranque shakespeariano es sorprendente: la frase elegida es ยซOh, oh, oh, ohยป. Siguen otras de John Donne sobre la mentira, sir Thomas Browne sobre el tiempo, de Quincey sobre el daguerrotipo, Charlotte Brontรซ sobre las medicinas y el dolor, George Eliot sobre la mirada, uno de los juegos verbales de Gertrude Stein, Virginia Woolf sobre la enfermedad, una respuesta de James Baldwin a Norman Mailer, un pie de foto escrito por Joan Didion, un comentario de Roland Barthes sobre las anguilas en la gastronomรญa japonesa, una reflexiรณn de Anne Carson a partir de Flaubert...
El resultado es un derroche de talento e ingenio, una pirueta literaria, un ejercicio de erudiciรณn, un reto intelectual, un deslumbrante juego experimental, una reflexiรณn sobre el poder de las palabras y un muy estimulante conjunto de jugosos ensayos.