Cuando la madre de Gen exhaló su último aliento, el mundo volvió a derrumbarse. Fue como si la bomba arrasara de nuevo la ciudad. Tal fue su ira que se lo habría hecho pagar al mismísimo general MacArthur y al emperador. La impotencia se apoderó de él y solo recuperó la esperanza con un viejo consejo de su padre: imitar al trigo que, tras soportar el frío y ser pisoteado, siempre brota y crece alto y fuerte. Ello, unido al impulso de dos nuevas pasiones, el dibujo y el amor, le ayudará a afrontar todas las adversidades en un país que sigue gobernado por la injusticia, el egoísmo y la corrupción.
Si, como Gen, Keiji Nakazawa deseaba llegar al corazón de las personas a través del arte, logró su objetivo con creces. Esta obra nos invita a la reflexión y a unirnos junto a este grupo de chicos -huérfanos de Hiroshima- a su marcha por la paz.
Pies descalzos traspasa las fronteras.
La historia de Gen llega al corazón del lector.
«Me gusta pensar que leer Pies descalzos ha ayudado a la gente a ser más consciente del horror de la guerra y de la bomba, así como del peligro de coartar la libertad de expresión.»
Keiji Nakazawa
Keiji Nakazawa (Hiroshima, 1939 - Tokio, 2012) tenía seis años cuando estalló la bomba atómica, y toda su familia falleció excepto su madre. En 1961 Nakazawa se mudó a Tokio donde trabajó como caricaturista y creó sus primeros mangas cortos. Tras la muerte de su madre en 1966, plasmó en sus historias la destrucción y el caos de Hiroshima. Kuroi Ame ni Utarete (Alcanzado por la lluvia negra), fue el primero de los cinco mangas que realizó en torno a la historia de los supervivientes de Hiroshima. La más conocida de todas estas obras es Pies descalzos. Una historia de Hiroshima, una larga serie de casi tres mil páginas protagonizada por un niño que sobrevive al terror atómico.