«En el mundo de las finanzas hay una regla que alega que el principal valor del empleado financiero reside en la confianza que su comportamiento debe inspirar al cliente. Pero también hay un principio no escrito que dice que, si has logrado ganarte esa confianza y hay un clima financiero apropiado, puedes hacer lo que quieras con los dineros del cliente». A partir de esa tesis, se desarrolla esta novela, en la cual aparecen villanos y víctimas: aquellos que se aprovecharon de una sociedad que miraba hacia otro sitio, haciendo de la corrupción y el dinero fácil su seña de identidad, y quienes sufrieron las consecuencias.
Desde hace unos años, el idealismo en nuestra sociedad ha desaparecido. Hubo otra época de milagros y dispendios que explotó con el crack financiero, llevándose por delante ilusiones, obligando a la mayoría a apretarse el cinturón. Quienes vivimos la plenitud de aquellos años experimentamos una sensación de espanto cuando echamos la vista atrás, nos miramos en el espejo y recordamos con nostalgia aquellos lejanos tiempos, cuando sí disfrutábamos de la vida y nos creíamos partícipes de los cambios que estaban teniendo lugar. Hubo otros quienes se emborracharon con los excesos pensando que la vida les sonreía gracias a sus privilegiadas dotes; en ellos no cabía la más mínima duda de sus aptitudes para poder sortear los obstáculos que encontraban en el camino. Por eso, cuando tuvieron que enfrentarse con la realidad, se encontraron con el vacío más absoluto, eran como ilusionistas que habían estado sacando conejos de la chistera hasta que el truco quedó al descubierto, a la vista de una, hasta entonces, laxa sociedad.
Detektīvromāni un trilleri