«Corrido en terracería», «ni Obama lo tiene», «los quiero desaforadamente», «me canso ganso», «mi pecho no es bodega», «fifís», «eso sí calienta» y «como anillo al dedo» son solo algunas de las expresiones más célebres que hemos escuchado en los últimos años, pequeñas joyas que, como los 66 poemas de este libro, se revelan como grandiosos tesoros que estaban esperando ser desenterrados para nuestra absoluta diversión.
Un poco de humor nunca le ha venido mal a la política ni al librero.