La ley del sentimiento: "No tenÃa obligaciones y entendÃa perfectamente sus deberes. Nadie le coartaba ni nadie le acomplejaba.
No tenÃa pensado casarse y en cambio sà pensaba (como ya venÃa haciendo desde que llegÃŗ a la pubertad) amar a todas las mujeres bellas que merecieran la pena ser amadas y que estuvieran dispuestas a vivir una aventura sin comprometerse a mÃĄs.
Estupendo.
Le gustaba el marisco, el buen vino de la Rioja, el tabaco de pipa inglÊs y su preciosa libertad. Y, claro, le gustaban las mujeres una barbaridad, pero... ÂĄeso sÃ!, sÃŗlo para acostarse con ellas, conversar cultamente y decirles adiÃŗs, hasta mÃĄs ver."