Mercè Rodoreda (1908–1983) era hija única de una familia bohemia que no la envió a la escuela porque en casa "se aprende más". Casada y divorciada, tuvo una intensa actividad como periodista bajo el gobierno de la Generalitat. Al finalizar la Guerra Civil, tuvo que exiliarse tras el triunfo del movimiento sedicioso y se estableció en Francia, huyendo de las posibles represalias por haber escrito en catalán, su idioma nativo, que fue prohibido por las nuevas autoridades franquistas.
En su exilio —al principio en París y después en Ginebra— se fue reinventando como artista, primero con poemas y cuentos y, a partir de los años sesenta, con un conjunto de novelas que la convertirían en una de las autoras más leídas de la literatura catalana. Además de La plaza del Diamante (1962), traducida a más de cuarenta idiomas, publicó Veintidós cuentos (1958), La calle de las Camelias (1966), Jardín junto al mar (1967), Mi Cristina y otros cuentos (1967), Aloma (1969), Espejo roto (1974), Parecía de seda (1978), Viajes y flores (1980) y Cuánta, cuánta guerra... (1980). En 1979, muerto el dictador, Rodoreda volvió definitivamente a su país, donde moriría cuatro años más tarde.