Han pasado varias décadas y, en lugar del Palacio Unzué, ubicado en la gran manzana comprendida entre las calles Agüero, Alvear (la actual avenida Libertador), Austria y Las Heras, ahora se levanta la Biblioteca Nacional. Es allí donde comienza esta historia, narrada por el sobrino de Blas, el cocinero de la residencia, quien va al rescate de las versiones y rumores que tuvieron lugar con la llegada de Nelly al palacio afrancesado. Las insinuaciones iniciales, los pretextos para quedarse a dormir, el tácito consentimiento de sus padres, el propósito de convertir al General en su hombre y también la condena social, la separación forzada, los interrogatorios, la lealtad y el odio.
No siempre un autor encuentra el tono y el ritmo más adecuados para contar una historia que ya en sus orígenes era interesante. Vicente Muleiro lo ha logrado en estas páginas. Como señala en la nota final, « La niña de sus ojos es, plenamente, una novela, aunque por sus páginas transcurran sucesos históricos y personalidades reconocibles de la vida política argentina».