Porque a la enfermedad que lo acabaría en Santa Marta hay que sumar la caída en desgracia dentro del ámbito político, consecuencia de una visión de país y de continente que cada vez se alejaba más de sus ideales iniciales. Tan importante como Bolívar son los demás personajes que Vargas desarrolla, en particular Francisco Paula de Santander.
Tradicionalmente visto como un gran aliado reconvertido en rival con el tiempo, el autor nos convence de que Santander, en el fondo, siempre se concibió como una especie de hermano menor del Libertador, por eso aquella relación llena de equívocos, amores y odios profundos adquiere una nueva potencia dramática en estas páginas.
Es sugerente la forma en que Vargas revisita aquellos últimos meses para mostrar en los errores de Bolívar un espejo inquietante en el que ver la situación actual de la política colombiana: pactos fallidos, negociaciones incumplidas, ambiciones que acaban por condenar a cada uno de los habitantes.