Y ya se disponía a lanzarse colina abajo cuando una leve sombra provista de una cola muy tupida cruzó el umbral y gimió -Que la buena suerte te acompañe, jefe de los lobos, y que les dé colmillos sanos y fuertes a tus nobles hijos, para que nunca se olviden de los que pasan hambre en este mundo. Era el chacal, Tabaqui el rebañaplatos, al que los lobos de la India desprecian porque va de un lado para otro metiendo cizaña y contando chismes y devorando los trapos y pedazos de cuero que encuentra en los basureros de las aldeas.