En la primera mitad del siglo XX, el trabajo de Roberto Arlt dio un vuelco de envergadura en el paradigma literario de la época modificando la literatura argentina de aquel entonces, y la posterior. A pesar de su corta vida fue prolífico y transitó todo tipo de géneros: novela, con El juguete rabioso y Los siete locos –entre otras–, cuentos –recopilados en El jorobadito y El criador de gorilas– y sus famosas crónicas llamadas Aguafuertes, publicadas en revistas como El Hogar y en periódicos como El Mundo. Su impronta creativa también dejó una particular huella en el teatro, con piezas como Trescientos millones y Saverio el Cruel. Roberto Arlt era un desfachatado literario, nunca le interesó cumplir con las reglas de urbanidad y buen gusto en lo que a escritura se refiere. Estaba interesado, en cambio, en reflejar la realidad de aquella época de la manera más cruda posible, con la fuerza de un estilo personalísimo, distante de las convenciones estéticas que regían por aquel tiempo a la literatura argentina.