Ella me mir con atencin y creo que tal vez adivin mis pensamientos, pues quiz percibi que en lugar de sentirme un bueno para nada ya me estaba empezando a enojar. Vi que sus hermosos ojos verdes parpadearon ms de la cuenta. Me dio la impresin de que ella pens unos instantes qu me iba a decir y a continuacin cambi de estrategia. Ahora el tono de su voz y su actitud fueron menos hostiles y mucho ms amigables. Pas de la faceta del personaje duro y despiadado a la de un ingenioso y tierno negociador. Con palabras dulces que casi destilaban miel ella me dijo: Javier, amor, s bueno conmigo. Te pido de favor que no me vuelvas a buscar, porque, sabes?...
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