Lillian tenía una misión que cumplir: impedir la boda de su hermana. Su abuela no solo desheredaría a ambas si Lillian no conseguía su objetivo, sino que, además, su hermana entraría a formar parte de la familia de Rye Parrish, que era el hombre más egoísta y vanidoso que Lilly había conocido en su vida. Por suerte, Rye también estaba dispuesto a cancelar aquella boda, porque creía que su hermano era demasiado bueno para Rachel, a la que consideraba una caprichosa e insoportable millonaria. Pero el orgullo de Rye le impedía cooperar con Lilly. Solo porque ella fuera irresistiblemente bonita, no significaba que no fuera tan caprichosa y absurda como su hermana. Lo que ocurría era que Lilly, de alguna manera, comenzaba a parecerse cada vez más a su ideal de mujer...