Alejandro Zulueta
Se trata de un libro cuya lectura influye. Es contracultural, valiente: la corrección fraterna no busca hacer públicos los defectos de los demás (los famosos zascas) sino decírselos a la cara y a solas con la intención de que mejoren. También es atrevida la afirmación de que el Resucitado está en el otro. Esto tiene consecuencias. A la vez, no hay ingenuidad. La corrección fraterna sólo se puede ejercitar en un ambiente de amistad. Descarta el éxito de una ayuda desde una posición de supervisión en favor de una actitud que vela, con cercanía, que se abaja. Sorprendente es hacer ver que en toda corrección fraterna hay un punto de admiración hacia quien se corrije. Y se hace teniendo delante una consideración de la vida entera. Y no sólo el pequeño detalle del momento. Con lo que la ayuda que se presta es mucho más respetuosa. Por el respeto que nos merece una vida entera. O lo que es lo mismo: estamos ante un proyecto de Dios. Por lo que aporta valoro este libro 7/10.
Lory Hentz
Muy bueno para leer y releer,,, y rezar con sus temas,,
Fernando Herrera Morones
Una sugerencia concreta para lograr integrarnos a la familia humana, sabiendo ayudar a los demás a ser mejores.