Emilia Pardo Bazán (La Coruña, 1851 - Madrid, 1921) fue la única hija de un matrimonio de antiguo linaje gallego. Recibió la educación “esperable” en una señorita de su clase, pero en su formación histórica y científica es totalmente autodidacta, así como su temprano interés por la novela francesa y española. Como figura destacada en la literatura y el periodismo se carteó con los nombres más relevantes de su tiempo: Campoamor, Cánovas, Menéndez Pelayo, Clarín y mantuvo relaciones más estrechas con Galdós y Lázaro Galdiano. Esta correspondencia atestigua las dificultades que tuvo para ser aceptada en su ambiente por ser mujer. Una de las dimensiones más atractivas de su personalidad y de su obra es su contribución a la educación de las mujeres, por lo que se la ha considerado una adelantada del feminismo en España. Asumió el papel de conciencia regeneracionista junto a otros intelectuales durante el desastre del 98, de lo dan abundantes muestras sus libros de viaje. En París amplió sus contactos literarios y entró en contacto con el krausismo, gracias a su amigo Giner de los Ríos, y conoció a Zola, Maupassant y Huysmans. Sus escritos de adolescencia y juventud atestiguan una precocísima vocación literaria.