La plaza apareció por primera vez en 1971, pocos años después del funesto 68. A pesar de la cercanía de los hechos, Luis Spota se atrevió a exponer sin censura, con imparcialidad y claridad crítica a los protagonistas de un movimiento que estremeció brutalmente a la conciencia nacional. Logró narrar con gran lucidez, utilizando materiales del conocimiento público, la convulsión de una sociedad enferma y el intenso drama de un hombre que es todos los hombres. La obra le valió injurias sin fundamento y la expulsión de un cerrado y exclusivo círculo literario mexicano. Sin embargo, su voz permaneció incólume a través de los años y se levantó sobre ese desastre de la historia mexicana para enseñarnos por qué el 2 de octubre no se olvida.