A la vera de un río pútrido que atravesó mejores épocas, un hombre repasa su vida. Un repaso desalentador, y una vida que no fluye, como tampoco fluye el río. También está Miguel, su hijo adolescente, a quien cree un poco imbécil y con quien tiene una relación distante. Bastará que la mujer de la casa –esposa y madre– los deje solos durante una semana para que el mundo –su pequeño mundo– se les vaya de las manos. El padre intentará acercarse al hijo con métodos poco convencionales que le darán a la historia un giro inesperado hacia un policial con ribetes de comedia. Entre prostitutas, amigos de la infancia, una empleada muy rara, policías de poca monta y una muchacha que de ser un torbellino pasará a ser una desgracia, padre e hijo, comprobarán que las cosas siempre pueden ir un poco más allá. De fondo, el río Negro y sus historias, que oscilan entre la belleza, la podredumbre y la simple y llana violencia. Mariano Quirós dosifica, con la medida justa de humor negro, el ritmo de una historia sórdida y perturbadora que dejará a los lectores atrapados en sus páginas.