No hay discusión de que el género periodístico por excelencia es la entrevista. Preguntar es un oficio complicado, casi un arte. Pero, sobre todo, es tener la capacidad de que alguien –famoso o no, influyente o no, poderoso o no, bueno o malo, célebre o no–, decida sentarse a hablar, a contar su historia, a quedar al desnudo. Es un gesto de generosidad con una pizca de vanidad que después queda plasmado para siempre. Es un reportaje con personas que se sentaron horas y horas con la autora a esculcar en sus intimidades. Una lista en la que conscientemente no hay políticos (José Mujica es un bicho raro); hay científicos, artistas, actores, y héroes anónimos. Así piensan. Así sufren. Así aman. Así lloran. Así luchan. No hay duda: el que pregunta, encuentra.