Y, de repente, llega ÉL, el definitivo. Es cariñoso, inteligente, divertido... ¡Por fin has encontrado lo que buscabas! Con el paso del tiempo, sin embargo, se instalan los silencios, la rutina, las discusiones, el cansancio, hasta que un día uno de los dos pronuncia el principio del fin: «Tenemos que hablar». Lo vuestro era la crónica de una ruptura anunciada y ahora se inicia una difícil etapa en la que serás una montaña rusa de sentimientos: primero todo te recuerda a él y lo echas terriblemente de menos; después, aunque algo reacia, empiezas a hacer planes y resulta que sin él no estás tan mal; tienes ciertas recaídas y le mandas algún mensaje fuera de tono y fuera de hora, del que te arrepientes a la mañana siguiente; con tiempo y paciencia consigues desidealizar al personaje con el que compartiste tu tiempo y tu cama, y te das cuenta de que en realidad era un capullo; y cuando consigues disfrutar de verdad de los placeres de la soltería y persigues tus sueños como antes perseguías a tu ex..., entonces, de repente, llega ÉL, el definitivo.