Somos mortales y nuestro tiempo se despliega sólo según la irreversibilidad de su orden. Y, sin embargo, el significado de nuestra existencia no puede interpretarse únicamente sobre la base de esta irreversibilidad biológica. En ella, y no contra ella, nos enfrentamos constantemente a la reversibilidad de nuestras situaciones de existencia, tan imprevistas como decisivas para nosotros. Tomar en serio esta reversibilidad es no conformarse ya con el privilegio que la filosofía reconoce en la tragedia, en tanto que lo trágico presupone lo irreversible. Prestar atención a la reversibilidad significa defender otro modelo de interpretación de nuestras vidas: el de la tragicomedia y la ironía.La idea de reversibilidad, sobre la que esta obra se propone reflexionar, ha sido poco considerada por la filosofía. Se podría afirmar que uno de los primeros pensadores en prestarle verdadera atención fue Maurice Merleau-Ponty, en su libro póstumo Le visible et l’invisible. Meditando sobre la relación entre el habla y la percepción precisa que, lejos de mantener una relación de “inversión dialéctica”, “son dos aspectos de la reversibilidad que es la verdad última”.
Reversibilidad: verdad última; pero si lo es, ¿de qué lo es? ¿Cuál es el sentido del horizonte conceptual que despliega? ¿En qué orden de problemas encuentra este concepto toda su pertinencia y qué nos enseña?