Psicología de la Maldad: Como todos podemos ser Caín

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· TEMAS DE PSICOLOGÍA 3. raamat · EDITORIAL SANZ Y TORRES S.L.
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Este libro reúne un conjunto de trabajos que se articulan en torno a dos ejes fundamentales: la presentación y discusión de las aportaciones ya realizadas por destacados autores en el pasado, como Bandura (1999), Baumeister (1997), Darley (1992), Staub (1989) y Zimbardo (2004), entre otros muchos, sobre la psicología de la maldad o cuestiones afines, y la introducción de nuevas perspectivas y puntos de vista que, hasta el momento, se habían pasado por alto, pero cuya incorporación se ha considerado ineludible. La densidad y profundidad de los capítulos exigen una lectura detenida y hacen que un resumen detallado sea poco recomendable, ya que excedería los límites de este Prefacio sin poder llegar a realizar una aportación significativa. En lugar de ello, se intentará resaltar algunas ideas importantes que vertebran todos o la mayor parte de los capítulos

1.  EPISODIOS

El capítulo introductorio aborda de forma directa la definición de la maldad y arranca con la historia de Caín y Abel, cuyo poder evocador descansa sobre la fuerza con que transmite, por medio de unos sencillos trazos, las líneas maestras de este concepto.

Ilustrar la cuestión del mal, u otras muy relacionadas con ella, con la ayuda de episodios concretos, ha sido una práctica habitual de muchos autores. En su trabajo sobre masacres y matanzas (y las formas de evitarlas y prevenirlas), Summy (2013) recoge el episodio de la isla de Melos, en el que, los atenienses, tras invadir la isla, se dirigieron a los melios en los términos siguientes: «... vosotros habéis aprendido, igual que lo sabemos nosotros, que en las cuestiones humanas las razones de derecho intervienen cuando se parte de una igualdad de fuerzas, mientras que, en caso contrario, los más fuertes determinan lo posible y los débiles lo aceptan».

Tras lo cual, procedieron a pasar por la espada a todos los varones y convirtieron en esclavos a mujeres y niños (véase Summy, 2013, p. 39). Hace hincapié Summy en la forma en que Tucídides relata el episodio, como si se tratara de algo normal, de lo que nadie debería extrañarse. En realidad, la matanza de Melos fue sólo una de las muchas que llevaron a cabo los atenienses. De ahí el tono «afable» del relato de Tucídides, en contraste con la dureza extrema del episodio. En la Atenas clásica, las proezas en la batalla representaban el pináculo de la gloria varonil y se estimulaba a todos los eventuales combatientes a ejercitarse en el arte de la guerra hasta llegar a ser «mejor que los mejores». El propio Aristóteles, a pesar de su creencia en la superioridad explícita de la aristocracia, defendía, en la misma línea de otros gigantes del clasicismo, que la prosperidad y supervivencia del sistema político ateniense «exigía una disposición a utilizar ... la violencia directa o estructural ante cualquier desafío grave a su autoridad» (Summy, 2013, p. 38).

La crueldad extrema que caracteriza el episodio de la isla de Melos, y otros parecidos, podría inducir a pensar que este es el ingrediente fundamental de la maldad, pero esta equiparación de maldad y crueldad extrema no sería correcta. Como señalan Quiles et al. en su Capítulo introductorio, hay otras muchas formas y manifestaciones de la maldad. En sus propias palabras, hay «otras «maldades» más cercanas a lo cotidiano. Acciones que no salen en los medios de comunicación porque son mucho más modestas en su alcance, «pero que generan también dolor y sufrimiento: rechazo social, ostracismo, descrédito, humillación».

Una de estas acciones, protagonizada por la empresa de corretaje Salomon Brothers, y que provocó la ruina de muchos de sus clientes, la describe detalladamente Darley (1996, pp. 36-37), que se basa en la descripción de Lewis (1989), uno de los trabajadores de la empresa en cuestión. Lewis vendió a un cliente un bono siguiendo los consejos de alguien de la empresa que le había dicho que era «un buen bono para vender». Al hundirse la cotización del bono y arrastrar al cliente en su caída, fue cuando Lewis descubrió que, verdaderamente, «era un buen bono para vender». Su libro, que abunda en la descripción de casos similares, deja claro cómo se destruyeron las vidas de muchos clientes en el proceso. El sistema operaba así: de la amplia información privilegiada a disposición de la empresa se desprendía que la cotización de ciertos bonos iba a hundirse. En ese momento, «la empresa traspasaba todos esos bonos a los clientes, para que fuesen ellos los que asumiesen los costes consiguientes, para delicia de la empresa».

El libro de Lewis, que abandonó la empresa tras el episodio, recoge igualmente la forma en que se socializaba a los trabajadores. Por ejemplo, se pagaban elevadas comisiones a quienes conseguían colocar los bonos de inferior calidad a los clientes imprudentes, un hecho que los clientes desconocían (Darley, 1996, pp. 36-37).

2.  PAUTAS

Muchos episodios similares se relatan en diversos capítulos de este libro. Así, en el Capítulo 7 de Fernández Arregui sobre la humillación, se puede leer: «En España todavía están vigentes espectáculos cómico-grotescos (como el bombero torero, por ejemplo), cuya base es la comicidad morbosa que, para algunos, evocan las personas con acondroplasia, lo cual contribuye a hacer del enanismo un estigma social muy fuerte y altamente extendido en nuestra sociedad». Es fácil imaginar los sentimientos experimentados por una persona con acondroplasia cuando interactúa, o se tropieza en la calle, con personas que han acudido a ese espectáculo o han visionado la premiada y laureada película española «Blancanieves», en la que expresamente se busca la comicidad de la figura del bombero-torero.

De forma explícita se hace relación a episodios de agresión sexual en el Capítulo 6 de González Méndez: «Para una tercera parte de las adolescentes de todo el mundo, la primera experiencia sexual ha sido forzada ... El 35% de las mujeres han sufrido violencia física y/o sexual, la mayor parte de ellas a manos de sus parejas, y alrededor del 7% ha sufrido agresiones sexuales de alguien que no era su pareja». También en este caso, más allá de los fríos datos, es fácil imaginar la situación a la que se han enfrentado las víctimas de esas agresiones.

Las lógicas diferencias entre estos episodios no pueden ocultar sus aspectos comunes. En el Capítulo 7 Fernández Arregui se refiere al «triángulo de la humillación», que conforman los tres participantes de cualquier acto de humillación: «(i) los humilladores, es decir las personas que infringen el menosprecio a la víctima; (ii) la víctima, o la persona que sufre la humillación y (iii) los testigos, que son aquellas personas que observan lo que ocurre». Se trata de un triángulo, que con los necesarios cambios, es aplicable a todos los episodios mencionados en este apartado y el anterior (la historia de Caín y Abel, la isla de Melos, el caso de Solomon Brothers, el caso de los bomberos-torero y el de las agresiones sexuales) y, en principio, puede acoger a más participantes.

Es, además, un triángulo singularizado por una característica fundamental: su asimetría, que se manifiesta en las consecuencias a corto y a largo plazo para la víctima y el victimario. Es algo en lo que se insiste en el Capítulo Introductorio, cuando se hace relación a las discrepancias que siempre existirán entre el agente y la víctima», sin olvidar al que podríamos llamar tercero ausente, es decir, «el perceptor que, sin estar implicado directamente, juzga la conducta». También lo advierte Leyens en el Capítulo 1: «Los perpetradores del daño y las víctimas difieren enormemente en la percepción del daño causado». Un pedófilo, que tras pasar varios años en la cárcel, sale para reanudar su vida, se va a enfrentar a partir de ahora, sencillamente, a la obligación de acudir a terapia para tratar «su problema». Pero, ¿qué pasa con el sufrimiento de las víctimas, de esas docenas de niños de los que abusó? A él ese dolor ya no le importa, para él no existe, aunque sí existe, porque «en la mayoría de los casos, duró para siempre». Según Leyens, esta asimetría se extiende a la dinámica endo-exogrupo mediante el proceso de moralización.

Es, precisamente, por esa duración, por esa permanencia a través del tiempo, por lo que es necesario ahondar en la naturaleza del sufrimiento de la víctima. Bello, en el Capítulo 4, se refiere a esta cuestión, y cita a Lévinas, para quien el sufrimiento es un «dato de conciencia», de la experiencia de lo insoportable como dato de conciencia. No es algo meramente cognitivo. Es revulsivo por su carácter de «dolor o sufrimiento inútil» y constituye la experiencia del mal, «es una experiencia que desgarra o desestructura la humanidad del afectado».

3.  OCULTACIÓN Y VOZ ROBADA

La asimetría entre víctima y victimario opera también a largo plazo, porque el victimario, tras realizar la acción que provoca sufrimiento a la víctima, se entrega intensamente a la puesta en práctica de diversos mecanismos de ocultación de dicha acción y sus consecuencias. Eso explica, por ejemplo, que, como se señala en el Capítulo 6 de González Méndez, muchas agresiones sexuales nunca llegan a conocerse, debido a que las víctimas intentan de ese modo escapar al estigma social al que se exponen, o temen, incluso, consecuencias mucho más graves, especialmente en aquellas culturas o comunidades que tienden a culpabilizar a las víctimas. Muy relacionada con lo anterior está la constatación de la extendida creencia en la supuesta inferioridad de las mujeres en moralidad y capacidad intelectual, apuntada por el Capítulo 5 de Ferrer Pérez y Bosch Fiol.

El capítulo 2 de Miron y Branscombe aborda esta cuestión en profundidad y analiza el negacionismo y lo que cabría llamar ocultación estratégica. El primero está representado por quienes niegan hechos comprobados más allá de cualquier duda razonable, ese cerca de 40% de adultos austriacos que, en 1991 «dudaban» de la existencia del Holocausto, o ese 25% de la población adulta italiana que afirma que se ha exagerado su gravedad. La ocultación estratégica en el ámbito de las organizaciones ocupa una posición relevante en el trabajo de Darley (1996). Son muchas las organizaciones que dedican buena parte de sus recursos a ocultar los resultados nocivos de su actuación (por ejemplo, efectos secundarios de una medicina, o accidentes mortales provocados por un defecto de fabricación de un vehículo). En estos casos, «puede parecer algo ingenuo», señala este autor, «aceptar que las organizaciones sencillamente ‘no sabían’ el daño causado por su producto. Si el producto genera un elevado beneficio a la corporación, cualquiera puede ver la gran ventaja de que la corporación no sepa que el producto es peligroso, cuando de hecho lo sabe perfectamente» (Darley, 1996, p. 18). La observación de Darley es una denuncia de una estrategia habitual del victimario para desvincularse de su acción y traspasar a la víctima la responsabilidad de demostrar que dicha acción se cometió y que de ella se han derivado consecuencias negativas. El silencio forzado de las víctimas de agresiones sexuales, ya comentado en un párrafo anterior, encontraría aquí su explicación.

Existen, como señalan Miron y Branscombe en el Capítulo 2, otras muchas estrategias a disposición de los victimarios. Entre ellas ocupa un papel importante solicitar más y más evidencia para aceptar que la acción realizada ha producido realmente efectos negativos sobre la víctima, como hacen los estadounidenses blancos al solicitar más evidencia para concluir que la desigualdad salarial interracial es injusta. Como habitualmente llegan a la conclusión de que no lo es, no muestran deseos de caminar hacia la integración racial en este aspecto. En el parlamento de los atenienses a los melios del episodio comentado por Summy (2013) se trasluce que la desigualdad (la fuerza de los atenienses frente a la debilidad de los melios) se valora como algo legítimo. No hay, por tanto, malestar psicológico ni sentimiento de culpa en los victimarios. Ocurre también en el modelo piramidal expuesto en el Capítulo 5 por Ferrer Pérez y Bosch Fiol. Los varones que se adhieren de forma intensa a los valores del patriarcado y que, en consecuencia, aceptan los privilegios asociados a ellos, entre los que se encuentra la legitimidad para ejercer violencia sobre las mujeres que no se ajustan a las expectativas derivadas del mandato de género femenino tradicional, son los más proclives a recorrer los sucesivos escalones de la pirámide hasta llegar a ejercer la violencia.

Darley (1996, p. 27) analiza tres costes fundamentales de estas ocultaciones para los victimarios. El primero es el peligro siempre presente de que resulten contraproducentes, porque la evidencia está ahí, es clara, hay muchos testigos y evitar su difusión a través de filtraciones es complicado. En segundo lugar, el hecho mismo de la ocultación proporciona evidencia concluyente del carácter malicioso de las acciones. De hecho, la ocultación es una acción maliciosa que se suma a la original. En tercer lugar, la ocultación es, habitualmente, resultado de una fuerte presión, sobre todo para mantener la propia imagen del yo (aunque no se pueden descartar otros motivaciones, digamos, más materiales). Pero lo más importante es que, al ser la ocultación algo consciente y deliberado, significa el inicio del mantenimiento de más acciones del mismo tipo y representa «el punto en el que... este actor organizacional se convierte en mal, se convierte en un perpetrador independiente de más actos negativos, cometidos a partir de ahora ya de manera plenamente consciente» (Darley, 1996, p. 27).

Reducir a la víctima al silencio es a lo que se refiere Bello en el Capítulo 4 cuando habla de « la extinción, en el yo, del lenguaje en tanto que expresión, comunicación y memoria como capacidad de dar cuenta de sí mismo a otro y, al hacerlo, construir el relato de su propia identidad». Destruir el lenguaje de la víctima es robarle su voz, es destruir «su capacidad de hacer cosas con palabras».

4.  CORRUPCIÓN Y ACOSO LABORAL COMO REPRESALIA (WHISTLEBLOWING)

Uno de los casos más significativos de voz robada es el del acoso moral como represalia o whistleblowing, lo que les ocurre a las personas que toman la iniciativa de realizar una denuncia y acaban convertidas en víctimas como represalia del denunciado, convertido, a su vez, en victimario. El papel de víctima es, en este tipo de situaciones, sobrevenido, ya que, en principio, a diferencia de lo que sucede en casos como los comentados en apartados anteriores, nada en las características de la persona que hace la denuncia permite presagiar que acabará representando ese papel.

El acoso laboral como represalia o whistleblowing, objeto de análisis en el Capítulo 8 de Balduzzi, es un fenómeno bien conocido en el ámbito de las organizaciones, como ha puesto de manifiesto, entre otros autores, Darley (1996). Vale la pena recoger dos de los numerosos casos a los que se refiere en su trabajo: el de los ingenieros que denunciaron que los anillos del Challenger eran inseguros, y el del ingeniero que trabajaba para la Corporación de Servicios Nucleares y presentó un informe a un Comité del Congreso de los Estados Unidos en el que detallaba deficiencias de ingeniería en los sistemas de energía nuclear que entonces se comercializaban. Poco después de las denuncias del primero ocurrió el accidente del Challenger, mientras que a las denuncias del segundo siguió el de la Isla de las Tres Millas. Pero, como señala Darley (1996, p. 34), a los whistleblowers se los despide o se les acosa, y eso fue lo que sucedió en ambos casos.

Las denuncias de corrupción en los países latinoamericanos y en los del sur de Europa suelen dirigirse contra prácticas en las que lo público se pone al servicio de objetivos particulares de personas o de grupos, lo que debilita el sistema democrático y pervierte el funcionamiento del estado de derecho. ¿Qué le suele suceder al ciudadano que denuncia una situación de corrupción? En general, la respuesta es el acoso moral como represalia, con el que se persigue, y se consigue, «escarmentar al denunciante». Ahora bien, tras este efecto vienen otros que empeoran la situación de la víctima: lejos de sentir simpatía hacia quien ha efectuado la denuncia, las personas que son conscientes de la existencia de la corrupción y sufren sus consecuencias, pero no han dado el paso de denunciarlas, se suman de forma activa al acoso.

Como señala Balduzzi en el Capítulo 8, la inversión que se produce en la valoración de la persona del denunciante antes y después de su denuncia es una característica definitoria del whistleblowing. La desacreditación y denigración del denunciante se producen sólo tras la denuncia, se construyen a posteriori. En virtud de prácticas de re-significación semántica, esa persona que inicialmente todos consideraban respetable y competente, inteligente y equilibrada, pasa a ser alguien «de trato difícil», con problemas de carácter o de personalidad. Se fortalece, de esta forma, el status del victimario patrono de la corrupción y, de paso, se dota de legalidad y moralidad a los actos corruptos que patrocina.

También hay beneficios para los que renunciaron a denunciar y se sumaron posteriormente al acoso. Su connivencia con la corrupción, su tolerancia de las prácticas corruptas, acaba por consolidar el sistema y le «otorga un carácter de perennidad». Ahora esas prácticas parecen naturales, como si siempre hubieran estado ahí. Ya nadie se atreverá a decir que son corruptas, y mucho menos quienes se benefician de ellas. En la medida en que las represalias ejercidas sobre el denunciante por los denunciados y los no-denunciantes lo convierten en víctima y le roban su voz, resulta posible considerar el «whistleblowing» como una especie de epítome de la psicología de la maldad.


5.  ANÁLISIS MACROSOCIETALES

La autocensura, practicada en el ámbito estatal, tal como se analiza en el Capítulo 3 de Bar-Tal, muestra que la psicología de la maldad es aplicable a la esfera societal o macro. Así lo demuestra la colaboración del régimen nazi con IBM, gracias a cuya tecnología de tarjeta perforada y clasificador pudieron los nazis «identificar, clasificar y cuantificar la población y separar a los judíos de los arios» (Mandell, 2012, p. 47). A pesar de que hacer negocios con Alemania estaba prohibido por una ley entonces vigente en Estados Unidos, el presidente de IBM, Thomas John Watson, Sr., a través de Dehomag, su compañía subsidiaria en Alemania, concedió la licencia. Sin ningún competidor en el mercado capaz de aportar una tecnología semejante, hubiera sido muy difícil para los nazis llevar a cabo el Holocausto de la forma tan eficiente en que lo hicieron. Hitler reconoció el mérito de Watson y le impuso la Cruz al Mérito del Águila alemana con Estrella, la segunda medalla más prestigiosa en la Alemania nazi.

Los dos capítulos finales del libro, el Capítulo 9 de Fuster y el 10 de García Beaudoux y D’Adamo se ocupan del papel de los medios de comunicación, componentes igualmente de la esfera societal o macro. Con respecto al SIDA, los medios de comunicación se caracterizaron por facilitar noticias que mostraban la degradación física producida por esta enfermedad, a sabiendas que los datos científicos no justificaban que dichas noticias fuesen representativas de la auténtica realidad de la enfermedad.

García Beaudoux y D’Adamo en el Capítulo 10 exploran a fondo la forma en que la televisión contribuye a que personas de grupos estigmatizados se conviertan en objeto de burla. También el cine lo hace. Suaviza de forma capciosa esos estigmas, al mostrar a las personas que los sufren como personas «felices». De forma parecida a lo que hacía Tucídides al describir «afablemente» las matanzas cometidas por los atenienses, la televisión vehicula historias «ridículas» como si fuesen «normales» para ese grupo.

6.  LAS INSTITUCIONES Y EL «ROSTRO» DEL OTRO

Dos ideas extraídas de dos capítulos del libro servirán como broche de este prefacio. La primera hace hincapié en la necesidad de otro tipo de ética, una ética igualitaria, ausente todavía en muchos contextos sociales, en los que no se respetan ni tienen en cuenta los Derechos Humanos. En esos contextos la ética que predomina es la de escala vertical del valor humano, que, como es fácil comprender, presupone que ciertas personas o grupos tienen más valor humano que otros, como sucedía en la Edad Media europea. Esta idea se analiza en profundidad en el Capítulo 7 de Fernández Arregui.

La segunda idea de gran calado procede del Capítulo 4 de Bello: «El otro precede al yo, ya que siempre está ahí y el yo no puede hacer nada por impedirlo: si el yo elimina al otro que le molesta, siempre quedarán otros otros para interpelarle por su responsabilidad». Se deduciría de esta cita que en la conciencia de la ciudadanía y en la percepción de uno mismo y los demás como seres vulnerables se debería grabar la decisión de preocuparse de los ciudadanos, de cuidar de ellos. Así se evitaría caer en lo que Leal Rubio (2009, p. 167) denomina la «trampa trágica», esa situación, desgraciadamente bastante frecuente, en la que los ciudadanos se ven expuestos por necesidad a depender de instituciones que los maltratan sin tener en cuenta su desvalimiento. 

J. Francisco Morales

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Catedrática de Psicología Social en la Universidad de La Laguna. Sus intereses en investigación se centran en las relaciones intergupales, especialmente en el prejuicio hacia determinadas minorías sociales. En los últimos años se ha interesado por los procesos de deshumanización y la maldad. Ha dirigido y participado en proyectos de investigación relacionados con estas cuestiones. Ha publicado numerosos artículos en revistas científicas así como capítulos de libro en editoriales de reconocido prestigio.

e-mail: mquiles@ull.edu.es


Catedrático de Psicología Social, Facultad de Psicología, UNED. Ha sido profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense y de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada. Becario Fulbright en UCLA y profesor visitante en las Universidades Macquarie (Sydney), Oxford (Ohio), Tel-Aviv, British Columbia (Vancouver) y Queensland (Brisbane). Sus intereses se centran en identidad social, liderazgo y exclusión social.

e-mail: josfranciscom041@gmail.com


Profesor en el Departamento de Psicología Social y de las Organizaciones de la UNED. Su trabajo de investigación se ha centrado en la experiencia de la estigmatización social desde la perspectiva de la víctima y los mecanismos de afrontamiento psicológico colectivo de la discriminación y la exclusión social, en especial entre las personas con acondroplasia. Actualmente concentra su investigación en dos líneas principales de estudio: la humillación como experiencia emocional distintiva y las expectativas que los grupos dominantes desarrollan sobre los miembros de las minorías estigmatizadas.

e-mail: saulo@psi.uned.es


Doctora en Psicología por la Universidad de La Laguna. Actualmente ejerce como profesora titular de Psicología Social en dicha universidad. Sus intereses de investigación se sitúan en el ámbito de las relaciones intergrupales y ha realizado diversas publicaciones sobre estereotipos, prejuicios y discriminación tanto desde el punto de vista del agente como de la víctima de dichos procesos. Ha participado en diversos proyectos de investigación y los más recientes se centran en el análisis de los procesos de deshumanización y la maldad.

mdmorera@ull.es


Licenciada en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Magíster en Educación por la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Profesora Titular de Psicología Social en la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires. Docente-investigadora del Núcleo de Estudios Educacionales y Sociales (NEES).

e-mail: matzi09@yahoo.com.ar


Profesor Branco Weiss de Investigación de Desarrollo Infantil y Educación en la Facultad de Educación de la Universidad de Tel Aviv. Su interés de investigación se centra en la psicología política y social, con especial atención a las bases socio-psicológicas de los conflictos intratables y de la construcción de la paz, así como al desarrollo de un entendimiento político entre los niños y a la educación para la paz. Ha publicado una veintena de libros y más de dos centenares de artículos y capítulos en revistas de psicología social y política, libros y enciclopedias. Ha sido Presidente de la International Society of Political Psychology y recibido varios premios en reconocimiento por su trabajo, entre ellos el Premio Lasswell y el Premio Nevitt Sanford de la International Society of Political Psychology.

e-mail: daniel@post.tau.ac.il


Catedrático de Filosofía Moral y Profesor Visitante en las Universidades de Virginia (Charlotesville), Toronto y Londres y ha realizado viajes de investigación a Nueva York y París. Desde 1999 a 2010 fue Presidente del Comité de Ética de la Investigación de la Universidad, y entre 2003 y 2005 miembro del Comité de Humanidades de la Agencia Nacional de Evaluación y Acreditación (ANECA). Su labor investigadora se ha orientado hacia el pragmatismo norteamericano y la ética de la alteridad de E. Levinas desde la que ha abordado problemas sociales y políticos como la emigración, el racismo y el multiculturalismo. También se ha ocupado de problemas de Bioética. Entre sus publicaciones destacan los libros La construcción ética del otro (Edit. Nóbel, 1997, Premio Internacional de Ensayo Jovellanos); El valor de los otros. Más allá de la violencia intercultural (Biblioteca Nueva, Madrid, 2006), Postcolonialismo, emigración y alteridad (Edit. Comares, Granada, 2007); y Emigración y ética. Humanizar y deshumanizar (Plaza y Valdés, Madrid, 2011.    

gbello@ull.es


Doctora en Psicología y profesora Titular de Universidad de Psicología Básica de la Facultad de Psicología de la Universidad de las Islas Baleares. Es investigadora principal del grupo de investigación “Estudios de género” de la UIB y actualmente dirige el “Máster Universitario en Políticas de Igualdad y Prevención de la Violencia de Género” que se imparte en dicha universidad. Entre otras obras, es co-autora de textos como Violencia contra las mujeres. El amor como coartada (Antrophos, 2013); El laberinto patriarcal (Antrophos, 2006); La voz de las invisibles. Las víctimas de un mal amor que mata (Cátedra. Colección Feminismos, 2002); o Historia de la misoginia (Antrophos, 1999).

e-mail: esperanza.bosch@uib.es


Profesora de psicología en la Universidad de Kansas, EE.UU., y Senior Fellow en el Canadian Institute for Advanced Research - Social Interaction, Identity, and Well-Being Program. Uno de sus ejes principales de investigación se refiere a los efectos de la discriminación y el trauma en los miembros de los grupos históricamente desfavorecidos, y otro a cómo los grupos favorecidos responden cuando se enfrentan con su pasado victimario. Ha sido reconocida con el Premio Otto Kleinberg para la investigación sobre Relaciones Transculturales e Internacionales en 1996 y de nuevo en 2012, y ha recibido en dos ocasiones el Premio Personality and Social Psychology Publication. Ha publicado más de 120 artículos, y ha sido editora asociada de varias revistas, entre ellas Personality and Social Psychology Bulletin, British Journal of Social Psychology, y Group Process and Intergroup Relations. Ha co-editado varios volúmenes, entre los que destacan The Handbook of Gender and Psychology (2013, Sage), Rediscovering Social Identity (2010, Psychology Press), Commemorating Brown: The Social Psychology of Racism and Discrimination (2008, American Psychological Association), y Collective Guilt: International Perspectives (2004, Cambridge University Press).

e-mail: nyla@ku.edu


Profesora titular del área de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación en la Universidad de La Laguna. Sus líneas de interés se centran en aspectos relacionados con la metodología de investigación. Ha publicado diversas obras sobre procedimientos estadísticos aplicados a la investigación en Ciencias Sociales. Otras líneas temáticas de interés se centran en la evaluación de competencias en la universidad, el análisis del conflicto escolar y la investigación sobre maldad y agresión.

acorrea@ull.es


Director del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano. Profesor de Psicología Política en la Universidad de Buenos Aires y de Psicología Social en la Universidad de Belgrano, Argentina. Profesor de Comunicación Política en el Instituto Universitario Ortega y Gasset en Madrid; en el Master en Asesoramiento de Imagen y Consultoría Política de la Universidad Camilo José Cela en Madrid; así como en el Instituto de Ciencias Políticas y Sociales (ICPS) de Barcelona. Conferencista habitual en universidades de España y América Latina. Ha publicado 9 libros y numerosos artículos en el tema de la comunicación política. Columnista frecuente en temas de comunicación política y análisis político en medios de Argentina.

dagar@pccp.com.ar


Doctora en Psicología, profesora Titular de Universidad de Psicología Social de la Facultad de Psicología de la Universidad de las Islas Baleares y miembro del grupo de investigación Estudios de género de esa universidad. Sus intereses de investigación se centran en el estudio de la percepción social de la violencia contra las mujeres y sus causas. Cuenta con múltiples publicaciones en revistas especializadas y es coautora de diferentes libros (como Violencia contra las mujeres. El amor como coartada, El laberinto patriarcal, La voz de las invisibles. Las víctimas de un mal amor que mata o Historia de la misoginia) y ha participado y dirigido proyectos de investigación subvencionados, tanto en el ámbito nacional como autónomico y local. Es miembro del Consejo Editorial de la Revista de Psicología Social. 

e-mail: victoria.ferrer@uib.es


Doctora en Psicología Social y trabaja en el Departamento de Psicología Social y de las Organizaciones de la UNED como personal docente e investigador. Su actividad investigadora se centra en los problemas sociales asociados a la infección por el VIH, como el estigma y la discriminación que sufren las personas con VIH o las barreras psicosociales para el diagnóstico precoz de la infección. Además de su labor investigadora, Maria José lleva 20 años colaborando activamente en el movimiento asociativo que trabaja para dar una respuesta a los problemas asociados a esta infección. Fue la presidenta fundadora de la Coordinadora Estatal de sida y en la actualidad dirige la Sociedad Española Interdisciplinaria del Sida.

e-mail: fuster.mariajose@gmail.com


Codirectora del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano. Profesora de Psicología Social y de Psicología Política en la Universidad de Buenos Aires y en la Universidad de Belgrano, Argentina. Investigadora de CONICET, Argentina. Profesora de Comunicación Política en los programas de Máster y Doctorado del Instituto Universitario Ortega y Gasset en Madrid; la Universidad de Salamanca, el Máster en Asesoramiento de Imagen y Consultoría Política (MAICOP) de la Universidad Camilo José Cela en Madrid y el Instituto de Ciencias Políticas y Sociales (ICPS) de la Universidad Autónoma de Barcelona. Autora de 9 libros y numerosos artículos en comunicación política.

dagar@pccp.com.ar


Profesora Titular de Psicología Social en la Universidad de La Laguna. Interesada por el estudio de distintas formas de violencia entre los adolescentes, su investigación se ha centrado especialmente en el análisis de la génesis, dinámica y prevención de la violencia en las parejas jóvenes. Ha dirigido distintos proyectos de investigación sobre esta temática y es autora de diversas publicaciones en el ámbito nacional e internacional. Actualmente, su trabajo está orientado a analizar los mecanismos que explican la revictimización.

mrglez@ull.es


Doctor en psicología social por la Universidad Católica de Lovaina, es profesor Emérito de Psicología en la Universidad Católica de Lovaina La Nueva. A lo largo de su carrera ha iniciado diversas líneas de investigación sobre percepción social, relaciones intergrupales y racismo. Ha sido editor jefe del European Journal of Social Psychology, Presidente de la European Association of Experimental Social Psychology y recibió el premio Tajfel por su trabajo y contribución al desarrollo de la psicología social europea. También ha sido editor asociado del Journal of Personality and Social Psychology – Interpersonal Relations and Group Processes.

jacques-philippe. Leyens@uclovaina.be


Profesora Asociada de psicología en la Universidad de Wisconsin Oshkosh, EE.UU. Su interés principal de investigación son las propiedades motivacionales de las emociones. Su segunda línea de investigación explora cómo los miembros del grupo hacen valoraciones de justicia y cómo negocian y ajustan sus definiciones de justicia en contextos intergrupales. Ha publicado varios artículos en revistas y capítulos de libros sobre los antecedentes de la culpa colectiva y sobre los mecanismos motivacionales que subyacen al establecimiento y el ajuste de las normas de justicia.

e-mail: mirona@uwosh.edu


Catedrático de Psicología Social, Facultad de Psicología, UNED. Ha sido profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense y de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Granada. Becario Fulbright en UCLA y profesor visitante en las Universidades Macquarie (Sydney), Oxford (Ohio), Tel-Aviv, British Columbia (Vancouver) y Queensland (Brisbane). Sus intereses se centran en identidad social, liderazgo y exclusión social.

e-mail: josfranciscom041@gmail.com


Catedrática de Psicología Social en la Universidad de La Laguna. Sus intereses en investigación se centran en las relaciones intergupales, especialmente en el prejuicio hacia determinadas minorías sociales. En los últimos años se ha interesado por los procesos de deshumanización y la maldad. Ha dirigido y participado en proyectos de investigación relacionados con estas cuestiones. Ha publicado numerosos artículos en revistas científicas así como capítulos de libro en editoriales de reconocido prestigio.

e-mail: mquiles@ull.edu.es


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