Las veintiséis narraciones que componen este volumen dan cuenta de los grandes personajes que surgieron de la pluma de Raymond Chandler, a veces fagocitados por la sombra del propio Marlowe, pues algunos editores decidieron cambiar indebidamente el nombre de los héroes por el del famoso detective privado.
Para esta edición, hemos recuperado las identidades originales que salieron de la mente de autor, ofreciendo de este modo una panorámica total de su amplio espectro creativo. Por esa misma razón, el libro incorpora sus incursiones en otros subgéneros como el relato fantástico, el literario y la novela gótica. Se suman así veintiséis relatos que son veintiséis puertas de entrada perfectas para un universo donde el misterio y la crudeza, pero también el genio y la agudeza, pasean de la mano.
Paul Auster dijo...
«Chandler inventó una nueva forma de hablar sobre Estados Unidos, y desde entonces ha logrado transformar nuestra mirada.»
Raymond Thornton Chandler (1888-1959) es el gran maestro de la novela negra americana. Nació en Chicago, pero pasó la mayor parte de su infancia y juventud en Inglaterra, donde estudió en el Dulwich College y acabó trabajando como periodista freelance en The Westminster Gazette y The Spectator. Durante la Primera Guerra Mundial, se alistó en la Primera División Canadiense, que servía en Francia, y más adelante entró a formar parte de la Royal Air Force (RAF). En 1919 regresó a Estados Unidos y se instaló en California, donde ejerció como directivo de varias compañías petroleras independientes. Sin embargo, la Gran Depresión terminó con su carrera en dicho sector en 1933.
Chandler tenía cuarenta y cinco años cuando empezó a escribir relatos detectivescos para revistas baratas de género negro, más conocidas como pulps: Black Mask y Dime Detective. Sus novelas destacan por el realismo duro y la mirada social crítica. En El sueño eterno (1939), su primera novela, presentó en sociedad al impetuoso pero noble Philip Marlowe. Pronto la siguieron Adiós, muñeca (1940), La ventana alta (1942), La dama del lago (1943), La hermana menor (1949), El largo adiós (1953) y Playback (1958).
Mantuvo una relación estrecha y turbulenta con Hollywood, que llevó sus novelas a la gran pantalla y para cuya industria cinematográfica trabajó de guionista entre 1943 y 1950. En 1958 fue elegido presidente de la organización Mystery Writers of America. Murió en La Jolla, California, el 26 de marzo de 1959.