Linc Ketchum no había sido un hombre fácil antes de quemarse las manos en un incendio, pero ahora era sencillamente imposible. Sabía que ninguna mujer podría aguantarlo, y mucho menos Nevada Ortiz, la enfermera que había enviado su prima para que lo cuidara. Lo que no esperaba era que fuera tan guapa e inteligente. Su cabello negro como la noche y su tersa piel morena suponían una enorme distracción, por no hablar de los sentimientos que había despertado en él. Como cualquier vaquero, Linc detestaba admitir que podía estar equivocado, pero lo cierto era que los tiernos cuidados de Nevada estaban haciendo que cambiara de opinión sobre las mujeres. O, al menos, sobre una en particular...