Brooklyn continúa soñando con su príncipe azul, aquel al que con tan solo cinco años descubrió desde la escalera de su casa mientras contemplaba el mundo de los adultos. Sin embargo, todavía sigue esperando a que un príncipe encantador aparezca, aún vive en casa de sus padres y regenta un negocio de tartas que no rinde.
Cuando su padre le propone fingir un noviazgo con Jonathan, Brooklyn sabe que acabará sufriendo, pero necesita centrarse en su trabajo, ayudar a su familia y, de paso, tener la oportunidad de acercarse al hombre que se apropió de sus sueños infantiles.