La conjunción del Dhamma con el Vinaya forma el núcleo de la doctrina del Buddha, el “Dhamma-Vinaya”, o sea, la Enseñanza y la Disciplina.
La finalidad del Pātimokkha era dar una buena imagen a los laicos que eran los que, en último término, apoyaban, sostenían y mantenían a esta comunidad.
Al principio, no se necesitaron muchas reglas, los primeros bhikkhus eran gente decente y responsable y estaban bajo el control del mismo Buddha. Sin embargo, la fama de lo bien que se vivía en el Sangha se acabó convirtiendo en un imán para vagos, buscavidas y sinvergüenzas que buscaban vivir del cuento, tradición que se ha venido manteniendo inalterable hasta hoy.
Esta avalancha de gente llevó al Buddha a tener que delegar las nuevas ordenaciones en los mismos bhikkhus, lo que propició una miríada de conflictos que el Buddha afrontó creando una batería de normas para controlar a tanto indeseable, con el fin de que no dañaran la imagen del Sangha en general, esencial para que los laicos lo siguieran manteniendo.
Las normas no regían ni para él, ni para sus amigos, ni para su familia. Las normas son exclusivamente para controlar al Sangha. Por ejemplo, a los asesinos notorios no se les puede dar la renuncia, pero el Buddha se la da a Aṅgulimāla, o la exención de los cuatro meses de prueba para los sakkās.
Hay que hacer notar que no se trata en ningún caso de normas referidas a la práctica de la liberación, lo que se recoge en los suttas y es común a laicos, laicas, bhikkhus y bhikkhunīs, sino solo y exclusivamente a mantener la armonía y la buena imagen de una comunidad heterogénea, culturalmente ubicada en su tiempo y su cultura y extendida en un subcontinente donde la historia aún no había amanecido.
Este primer texto, El Gran Capítulo de la Gran División, es fundamental para conocer los primeros años de la rueda de la Enseñanza.
Tomás Morales y Durán es un autor, traductor e investigador hispanomexicano nacido en Cáceres, España, en 1961 pero que ha desarrollado su obra en Puerto Vallarta, México. Es un polifacético polímata cuya ingente actividad casi desborda la capacidad de una sola persona.
El Buddha andaba buscando el final del sufrimiento y el autor, la puerta a la Sabiduría, y al final, ambos eran lo mismo.
De formación enciclopédica y amante de las artes, se convierte en un polímata dominando diversas ramas del conocimiento convencional. Aprende a utilizar la intuición en su paso por la Escuela de Ingenieros Navales, lo que le servirá a posteriori para acumular sin mucho esfuerzo ingenierías, maestrías y posgrados. Esto le sirve para tener una comprensión global de las estructuras del conocimiento en sí y de los patrones en los que éste se despliega, lo que le resulta muy útil profesionalmente.
Sin embargo, esta clase de conocimiento está circunscrita a la esfera del lenguaje, es decir, no puede penetrar en lo que no tiene nombre y, por otro lado, tampoco es capaz de responder a las preguntas de por qué y para qué. Este es el final de ruta del conocimiento convencional y más allá se entra en los campos de la filosofía, que son meramente especulativos.
Ir más allá requiere derribar las limitaciones que el cerebro impone a la mente humana. Porque el problema es el cerebro. Con áreas del lenguaje funcionando sin control, con un sistema límbico ordenando mediante químicos a todo el cerebro, basado en algoritmos primitivos que compartimos con anfibios y reptiles, y unos sentidos que no son capaces de vislumbrar ni remotamente la realidad, el cerebro no es la herramienta, sino el impedimento. Así, planea la escapada de la esfera del lenguaje deteniendo el cerebro. De esta forma, la conciencia se libera de esta servidumbre y puede explorar otras esferas. Lo logra desarrollando un método que corta el suministro de oxígeno al cerebro estando previamente protegido por sus propios neurotransmisores.
La perspectiva de la realidad, más allá de las limitaciones del cerebro, irán quedando documentadas cronológicamente en su obra El Tratado Sobre la Sabiduría, que consta de doce volúmenes y 680 apartados que completan la visión de la realidad desde la Sabiduría, inaccesible de otra forma. Sabiduría que es el conjunto coordinado de Pensamiento Racional, Tranquilidad e Intuición, Gnosis, Habilidades Paranormales y Episteme. En ese trayecto, el autor descubrirá que los caminos que va recorriendo ya fueron hollados milenios antes por el propio Gotama. El Buddha andaba buscando el final del sufrimiento y el autor, la puerta de la Sabiduría, y al final, ambos eran lo mismo.
Y como el conocimiento debe ser práctico y como ejercicio compone Música a Todo Color, es decir, la música como se entiende desde otras esferas, completamente gnóstica, lógica y simple.
Y no faltará el humor. Banderillas es una obra de humor satírico y corrosivo no apto para ofendiditos, en forma de lemas cortos con dobles y triples sentidos y un contralema que lo acaba de rematar. Tampoco es apto para cardíacos.
El autor ha logrado descifrar la piedra rosetta del buddhismo: la codificación Pāli empleando los cuatro Nikāyas primigenios. El Pāli es una lengua artificial creada exclusivamente para contener la Palabra del Buddha, y como todo lenguaje formal, cada concepto tiene un término y cada término, un concepto. Esto se hizo así para que la Enseñanza quedara congelado en el tiempo, preservándola de la evolución lingüística de las lenguas naturales. Los lenguajes formales no se traducen, se descodifican. Y esto se pudo hacer con la ayuda de la intrincada estructura redundante que presentan estos Nikāyas a lo largo de más de 6.000 páginas. De esta forma, se ha podido hacer una instantánea de la Palabra del Buddha al lenguaje de hoy día, y es la primera vez que se desvela desde hace milenios. La traducción a once idiomas de esta gigantesca obra acercará la Palabra del Buddha a buena parte de la humanidad.
Actualmente el autor trabaja en la primera Biografía Autorizada del Buddha, que resulta sorprendente en cada página.
Una buena parte de la obra de Tomás Morales se ha traducido al inglés, holandés, alemán, danés, sueco, francés, italiano, japonés, polaco y portugués.