Los trabalenguas siempre están de moda. Se juega con ellos por diversión o, mejor, para que otros se equivoquen. Por eso hay que leerlos ligerito. Hay trabalenguas cortos para repetir cada vez más rápido o larguísimos para ejercitar, además de la lengua, la memoria. Todos forman parte de la literatura oral que Carlos Silveyra -escritor, docente y periodista- recopila para ofrecernos lo mejor del ingenio popular.
Chistes muy originales y entretenidos.