Ni en sus peores pesadillas Suzanna habría imaginado que la dejarían plantada en el altar. Tampoco habría esperado que pasaría su noche de bodas con un atractivo e irresistible desconocido… Pero lo que sin duda habría jurado que nunca sucedería era que iba a quedarse embarazada… y no le iba a quedar otro remedio que aceptar la proposición de matrimonio de aquel arrogante vaquero.