Donato Salazar no podía olvidar su trágico pasado y no tenía intención de perdonar al responsable. Dejar plantada a la hija de su enemigo sería la guinda del pastel de su venganza, y la bella Elsa Anderson era sin duda lo bastante dulce.
Pero Elsa no era la mujer mundana y vacía que esperaba, y se negaba a casarse con él. Su rebeldía provocó que Donato la deseara todavía más, así que tendría que convencerla… lenta y dulcemente.
Pero pronto se encontró cautivado por su magnética conexión.
A medida que se acercaba la fecha de la boda, una cuestión pesaba con fuerza en la mente de Donato: Amar, honrar… ¿y traicionar?