Raul, príncipe de Maritz, estaba furioso porque una ley arcaica lo obligaba a casarse. Durante años, le había perseguido el escándalo y sabía que casarse con la recién descubierta princesa Luisa Hardwicke ayudaría a la estabilidad de la monarquía. Pero Luisa era una chica de campo, muy directa y que siempre iba salpicada de barro, así que no iba a ser fácil ganársela. Aunque se había transformado, muy a su pesar, en una mujer refinada, retaba a Raul siempre que tenía ocasión. Y él, por su parte, jamás habría imaginado que desearía tanto que llegase la noche de bodas...