Willa Cather nació en Winchester (Virginia) en 1876, de una familia de origen irlandés, y pasó su infancia en Nebraska, en los años de la primera gran colonización de inmigrantes checos y escandinavos. Siempre activa y de espíritu independiente, estudió en la Universidad de Nebraska, donde se presentó, vestida de hombre, con el nombre de William Cather. Fue viajera, periodista, maestra, dirigió revistas; vivió durante cuarenta años con su compañera, Edith Lewis; y, cuando hubo ahorrado lo suficiente, se dedicó exclusivamente a la literatura. Admiradora de Flaubert y Henry James, así como de Turguéniev, Conrad y Stephen Crane, su primera novela, Alexander’s Bridge, se publicó en 1912. Al año siguiente, con Pioneros (ALBA CLÁSICA núm. L) introdujo el que habría de ser uno de sus temas centrales: el mundo vitalista de los colonos en el que transcurrió su infancia. A ésta siguieron otras novelas como Mi Ántonia (1918; ALBA CLÁSICA núm. XXXV), One of Ours (1922), que mereció el premio Pulitzer, La muerte y el arzobispo (1927), Shadows on the Rock (1931) o Lucy Gayheart (1935; ALBA CLÁSICA núm. ) y algunas exquisitas nouvelles como Una dama extraviada (1923; ALBA CLÁSICA núm. LX) o Mi enemigo mortal (1926; ALBA CLÁSICA núm. XXXII), ejemplos de un modo de escribir complejo y personal que se ganaría la admiración de escritores como William Faulkner y Truman Capote. Es autora asimismo de un gran número de relatos, reunidos en Los libros de cuentos (ALBA CLÁSICA MAIOR núm. ), y de un delicioso libro de recuerdos y ensayos, Para mayores de cuarenta (1936; ALBA CLÁSICA núm. LV). Murió en Nueva York en 1947.