MICRORRELATOS 2

· Wanceulen Editorial S.L.
3.7
7 reviews
Ebook
270
Pages
Eligible

About this ebook

La idea de frontera suele ir, por desgracia, asociada a la de prohibición, límite, diferenciación. Se extienden por todas partes fronteras valladas, oímos hablar de muros para separar pueblos, culturas, a los que apenas distancia el propio deseo de unos de no dejar pasar a los otros.

Sin embargo, por encima de las concertinas y los campos de refugiados existen otras fronteras que nos devuelven al verdadero sentido de la palabra. Etimológicamente una frontera era una fachada, el espacio ante el cual nos disponemos antes de penetrar en el interior de un hogar. La intimidad de otra casa, a la cual somos invitados, sólo puede ser conocida traspasando esa frontera. Y, como en toda casa a la que somos invitados, podemos salir, volver, regresar, quedarnos, sentirnos acogidos o no volver jamás.


La frontera es, pues, un espacio de puesta en común. Constituye la oportunidad de saber dónde acaba un sitio y empieza a otro. Es un regalo al dibujar en nuestra mente líneas que no existen en la naturaleza. Ningún animal conoce más frontera que su supervivencia. El ser humano es capaz de decir “hasta aquí existe mi mundo, mis montañas, porque esta es mi forma de llamarlas, allí fue donde llegaron mis abuelos y a partir de aquí yo cruzo, yo marcho, hacia otro lugar.” Lo hacemos sabiendo que podemos regresar. Una frontera no es una aporía, no es la muerte ni el desamor de los que no se vuelve, sino la vida al permitirnos conocer nuevos mundos y regresar para contarlo.


César, en La Guerra de las Galias, comienza diciéndonos que “la Galia está dividida en tres partes: una que habitan los belgas, otra los aquitanos, la tercera los que en su lengua se llaman celtas y en la nuestra galos. Todos estos se diferencian entre sí en lenguaje, costumbres y leyes. A los galos separa de los aquitanos el río Carona, de los belgas el Marne y Sena”. Tres ríos marcando la separación de tres pueblos diferentes englobados por los romanos simplemente como galos. ¿De qué otro modo si no podría haber descrito César a aquellos para diferenciarlos de sí mismos?


Dicho esto, ¿cómo hablar de una frontera entre España y Portugal para diferenciarnos de ellos cuando desde otros lugares simple- mente se referirán a nosotros como una unidad? Eso, en gran parte, es porque la mayor de nuestras fronteras es un río y otro río es tam- bién uno de los mayores regalos que compartimos. El agua, impo- sible de acuchillar, de atrapar, supone toda una metáfora de la inconsistencia de hablar a veces de fronteras como algo sólido entre dos pueblos.


En un lugar de Ayamonte hay un cuartel abandonado. A sus orillas, el Guadiana, unos días deja sitio a la arena y otros parece a punto de engullir sus ruinas. En sus escaleras una pintada nos dice que 

vulnerant omnes, ultima necat. Todas hieren, la última mata. Las horas de la vida, que todas se nos van clavando, y en ese transcurso de un minuto tras otro allí podemos contemplar justo enfrente Vilareal. Apenas separados por una frontera líquida.


Hace unos pocos años comenzamos a reunirnos de esa forma tan difusa y líquida como los tiempos en los que nos encontramos, como el sitio que nos separa. Mezclando risas con vinos, con cervezas, con confidencias, abriendo siempre el sitio a toda aquella persona que quisiera sumarse a nuestra barca de letras.

Arturo puso los acordes, Juan movió las cuerdas de la guitarra, Julia aportó la fuerza de la juventud, Nati reforzó sus armas para no dar nunca un respiro a la retirada, Javier alumbró los oscuros es- pacios de silencio y, poco a poco, más y más se fueron sumando, desde el portugués Antonio a la gallega Begoña, el sevillano Juan Daniel o el murciano Arturo. Como un vals han ido y venido personas, la última es Laura, que han ido dejándonos un poco de ellos y de ellas en cada uno de los microrrelatos que fuimos tejiendo.


Pero como frontera líquida que somos no podíamos entender que existieran fronteras para la inspiración. Lo que comenzó siendo un encuentro donde contábamos un pequeño relato surgido a partir de una frase inicial, fue tomando cuerpo al año siguiente con nuevas ideas. ¿Y por qué no hacer microteatro? De ahí surgió una maravillosa experiencia donde muchos nos adentramos como Marlow en la selva, buscándonos a nosotros mismos en el corazón de las tinieblas.


Escribir es aventurarse en una empresa audaz. No podíamos quedarnos ahí. En nuestro segundo año quisimos que, además de una frase, pudiéramos inspirarnos alguna vez en una canción, otra en una escena de una película, en una imagen. Fuimos diluyendo las fronteras casi entre los géneros. Así comenzaron a aparecer relatos inspirados en experiencias que iban más allá de la literatura. La idea era, al final, entender que la palabra es un poderoso aliado para transmitir todo tipo de sensaciones.


Porque al final esa frontera líquida que fuimos creando entre todos era el reflejo de entender que frente a la mortalidad, tan sólida y evidente que implica la desaparición de los cuerpos, la vida es fluidez. Es ir de la imagen al sonido, de la palabra cantada a la recitada. Todo para encerrar los pálidos destellos de belleza que deja el blablablá en unos relatos que esperamos sirva para seguir inspirando, para seguir viviendo.

Ratings and reviews

3.7
7 reviews
Elena Carro Alvarez
April 24, 2025
Gracioso y entretenido, buen libro ro para leer en horas bajas. Lo recomiendo
Did you find this helpful?
Jesús Rubio
May 13, 2024
no es dinámico
Did you find this helpful?

Rate this ebook

Tell us what you think.

Reading information

Smartphones and tablets
Install the Google Play Books app for Android and iPad/iPhone. It syncs automatically with your account and allows you to read online or offline wherever you are.
Laptops and computers
You can listen to audiobooks purchased on Google Play using your computer's web browser.
eReaders and other devices
To read on e-ink devices like Kobo eReaders, you'll need to download a file and transfer it to your device. Follow the detailed Help Center instructions to transfer the files to supported eReaders.