Dicen que veinte años no es nada, pero para ellos, diez fueron más que suficientes...
Lo único que Adriana y Juan tienen en común es su mejor amiga, Isabel. Y que trabajan en el mismo taller de mecánica automotriz, propiedad de la familia Soublette. Porque, por supuesto, considerar sus eternas discusiones como algo en común es exagerar.
Ser constantemente apabullada por su perfecta hermana y sus no menos perfectos padres convierte a Adriana en una mujer en apariencia fuerte y guerrera, pero muy acomplejada por su, según ella, menos que agradable apariencia. Si a esa mezcla le sumamos a la hermosísima mejor amiga, el resultado es un camino al desastre.
El siempre tímido y silencioso Juan se siente cada vez más lejano a conseguir lo único que ha deseado toda su vida: a Adriana. El gran problema es que ella no le habla si no es para pedirle cosas relacionadas con su trabajo. Y él no le habla. Punto.
No es que no quiera, es que no puede. Su naturaleza introvertida le juega en contra cada vez que tiene la oportunidad de entablar una conversación con ella, y cuando abre su boca solo salen monosílabos.
Hasta la noche en que, tras una explosiva discusión, descubren que tienen mucho más en común de lo que ellos mismos sospechan.
Sandra Heys nació en la norteña ciudad de Antofagasta, su padre era contador y su madre es profesora de Lenguaje. Estudió Contabilidad. Su abuela tenía la teoría que incentivar la lectura en los niños era cimentar su educación, por lo que se ha pasado la vida leyendo. Sus lecturas favoritas han sido la novela policíaca y la romántica, siendo esta última su preferida.