Llegó pidiendo ayuda para organizar la boda de su frívola hermana, y contra lo que le decía su instinto, Kelsey accedió. Él era guapo, sexy, un romántico que creía en el amor. Provocaba en ella sueños y sensaciones que creía que nunca experimentaría. Se le estaba olvidando la norma principal: “Recuerda, Kelsley, ¡tú nunca serás la novia en una boda!”</p