Barcelona, a las puertas del Mundial de Sudáfrica. Pista, Retaco, Peludo y Chusmari viven en la Zona Franca. Tienen entre quince y dieciséis años, estudian 4.o de la ESO y resuelven sus preguntas existenciales con porros, mucha música, novias, algo de sexo, bastantes cervezas y el fútbol como metáfora, aprendizaje, combate y sueño. Viven en ese entorno físico, urbano y social de la periferia barcelonesa cuyo horizonte no es otro que el de las expectativas defraudadas. Y tratan de meterle un gol a la realidad. Sus padres y madres sobreviven como pueden: friegan casas, conducen autobuses, trabajan en una peluquería o venden ropa en los mercadillos. Son esas gentes, esa inmensa minoría, que salen poco en los periódicos y para los que la crisis es un llover sobre mojado. Luego los adolescentes crecen, es decir, unos aprenden a ser peores y otros tratan de que las desgracias no les aplasten.
La inmensa minoría viene a sumarse a esa magistral estirpe de extraordinarias novelas en las que Barcelona es paisaje, tiempo, luz, sombra, color y espacio: Los atracadores de Tomás Salvador, Han matado a un hombre, han roto un paisaje de Francisco Candel, La plaça del Diamant de Mercè Rodoreda, Las afueras de Luis Goytisolo, Si te dicen que caí de Juan Marsé o El día del Watusi de Francisco Casavella.
Miguel Ángel Ortiz nació en Ciudad del Cabo en 1982. Se licenció en Filología Inglesa en la Universidad de Salamanca. Tras los estudios, se mudó a Barcelona donde ha colaborado como periodista en las revistas Trisense y Panenka. Es autor de dos novelas: Fuera de juego (Caballo de Troya, 2013) y La inmensa minoría (Literatura Random House, 2014) que, en 2017, fue galardonada con el Premio Mandarache.