Dice Rodolfo Alonso sobre el autor: "Absolutamente inerme para sobrevivir en la vida cotidiana, en la vida burguesa, los avatares de la existencia y del destino de Baudelaire lo convirtieron también (…) en el primer poeta maldito, en el primer Cristo del arte, al que seguirían tantos ejemplos de “suicidados por la sociedad”, como bien dijo Antonin Artaud".