Más tarde, ya repuesta del percance, acude a la fiesta de Halloween de su barrio disfrazada de C3PO y dispuesta a pasárselo bien. Todo va como la seda hasta que se encuentra con un Drácula, que no es otro que el tipejo de la gasolinera. Luka se propone odiarlo, pero él despliega todo su encanto y resulta que ya no es ni tipejo ni graciosillo, sino un hombre fascinante que además está más bueno que un queso.
¡Y qué narices! Bajo las placas de metal de su disfraz hay carne, y la carne es débil ¿no?