Preguntas básicas, elementales, pero no simples, puesto que son las que se plantea cualquier persona adulta cuando quiere explicarse ante sí misma o ante los otros. Lo sorprendente es que estén borradas de la faz de los desarrollos curriculares. Así, en esta publicación se recogen más de un ciento de latidos (experiencias de vida) organizados bajo epígrafes que hacen referencia al conocimiento de uno mismo desde distintas facetas: como individuos, como personas, como familiares, como ciudadanos, como consumidores o como activistas culturales, ambientales y sociales. Porque el hilo conductor de la didáctica infantil no puede ser ni el arte, ni la música, ni la literatura, ni las emociones, ni las áreas, ni las competencias, ni las matemáticas, ni la lengua. El verdadero eje debe ser el conocimiento de uno mismo y de los demás, del lugar que habitamos y de lo que en él sucede.