Introducción de Carol Chillington Rutter, catedrática de la Universidad de Warwick
Versión y epílogo de Agustín García Calvo, catedrático en Francia y España
La tragedia de Macbeth, un violento y sanguinario mapa de la ambición humana, empieza en el preciso instante en que las hermanas fatídicas le revelan el esplendoroso futuro que le aguarda. Sus palabras parecen un canto de sirena surgido de las profundidades del infierno, una seducción que cualquier hombre sensato desoiría. Pero cuando se cumple la primera predicción y el rey Duncan le nombra barón de Cáudor para recompensar su inteligencia y destreza en el campo de batalla, las dudas, la codicia y la obsesión se apoderan de Macbeth y de su ávida esposa.
Frente al magnífico texto original presentamos la versión rítmica de Agustín García Calvo, uno de los humanistas más destacados del panorama español. Asimismo, viene acompañada de una introducción de Carol Chillington Rutter, catedrática de literatura inglesa de la Universidad de Warwick.
William Shakespeare ha sido considerado unánimemente como el escritor más importante de la literatura universal. Se mantiene que nació el 23 de abril de 1564 y consta que fue bautizado, tres días más tarde, en Stratford-upon-Avon, Warwickshire.
Cuatro años después de su llegada a Londres hacia 1588, ya había obtenido un notable éxito como dramaturgo y actor teatral, lo que pronto le valió el mecenazgo de Henry Wriothesley, tercer conde de Southampton. De haberse dedicado únicamente a la poesía, Shakespeare habría pasado de todas formas a la historia por poemas como Venus y Adonis, La violación de Lucrecia o sus Sonetos. Sin embargo, fue en el campo del teatro donde Shakespeare realizó grandes y trascendentales logros. No en vano es el responsable principal del florecimiento del teatro isabelino, uno de los mascarones de proa de la incipiente hegemonía mundial de Inglaterra.
A lo largo de su carrera escribió, modificó y colaboró en decenas de obras teatrales, de las cuales podemos atribuirle plenamente treinta y ocho, que perviven en nuestros días gracias a su genio y talento. William Shakespeare murió el 23 de abril de 1616 en su ciudad natal, habiendo conocido el favor del público y el éxito económico.