Una tarde de domingo, la ardilla de pelaje castaño oscuro descansaba sobre la rama del árbol donde vivía. De lejos oía las voces de hombres y mujeres que habían cocinado carne a la brasa. De repente, en el bosque hay más luz y hace más calor que de costumbre, y la ardilla se da cuenta de que las llamas empiezan a invadir su hogar. Asustada, huye saltando de árbol en árbol hasta llegar a una zona desconocida del bosque, lejos de su casa, donde conseguirá establecerse y ganarse la confianza de las otras ardillas, que lo menosprecian por venir de un lugar diferente.