Esta es la historia del exsecretario de Seguridad Pública que rendía cuentas a los narcos mientras les mentía a todos los mexicanos. Un personaje que supo esconder una meteórica y corrupta carrera: de soplón de la policía a espía de Carlos Salinas de Gortari, de funcionario estrella de Fox a titiritero de la guerra de Calderón.
Durante años mantuvo una imagen pública de funcionario honesto, sin embargo, hay pruebas de que desde 2006 ya estaba asociado a los capos, y de que su guerra personal contra los cabecillas más peligrosos del crimen organizado —el Barbas, los Beltrán Leyva y la Barbie— era una estrategia para cimentar el poder del Cártel de Sinaloa, que en dos ocasiones le entregó maletines con hasta 5 millones de dólares, como detalla la orden de captura en su contra. El Topo, como lo apodaba el Chapo, vio en la publicidad, en la calumnia y en la desaparición de documentos su mejor arma para encumbrarse y aniquilar a sus enemigos; colocó en áreas clave a su gente de confianza, que hoy todavía opera en células durmientes a la espera de instrucciones.
Esta es la historia de un manipulador que no tuvo reparo en sacrificar a quien le estorbara. La historia del «súper policía», como le gustaba que lo llamaran, que le vendió México al narco.