Como hiciera en su día Larra, oponiéndose por igual a gobiernos moderados y progresistas incapaces de afrontar con eficacia los problemas de España, el autor se sintió obligado durante estos años de corrupción, paro y separatismo a criticar con dureza equivalente a socialistas y populares. Como venía ocurriendo desde comienzos de la Transición, su prosa brillante, cargada de referencias históricas y literarias, sirvió de cauce a la rebeldía ciudadana frente a los abusos del poder. Su elección fue clara: mientras había quienes defendían al PSOE y quienes defendían al PP, Pedro J. Ramírez se puso del lado de los lectores, del ciudadano de a pie, fiel a su lema de «publicar o perecer», aunque publicar supusiera a la postre perecer.